BMW es una marca automotriz alemana que, desde sus orígenes como fabricante de motores de avión, ha sabido reinventarse y evolucionar hasta convertirse en un símbolo mundial de innovación, lujo y placer de conducción.
En los albores del siglo XX, Alemania era un hervidero de ingenio industrial y sueños de velocidad. En ese contexto, el 7 de marzo de 1916, en Múnich, nacía la empresa que más tarde sería conocida como BMW, la Bayerische Motoren Werke, o Fábricas de Motores de Baviera. Su origen, sin embargo, no estuvo en la tierra, sino en el aire: BMW fue, antes que nada, un fabricante de motores de avión, impulsado por la urgencia bélica de la Primera Guerra Mundial y la visión de pioneros como Karl Rapp y Gustav Ott
De los cielos a la tierra
La Primera Guerra Mundial marcó el primer gran hito de la joven compañía. El motor BMW IIIa, de alta compresión, fue un prodigio de la ingeniería alemana, capaz de mantener el rendimiento en las alturas donde otros fallaban. Tal fue su éxito que, en 1919, un avión equipado con este motor alcanzó el récord mundial de altitud: 9.760 metros. Pero la gloria fue efímera. El Tratado de Versalles, que puso fin al conflicto, prohibió a Alemania fabricar motores de avión, obligando a BMW a reinventarse o desaparecer.
La empresa sobrevivió fabricando frenos para trenes y motores industriales, pero su identidad quedó en suspenso. En 1922, el inversor Camillo Castiglioni rescató el nombre, los activos y el personal de BMW, fusionándolos con la Bayerische Flugzeugwerke AG (BFW), una compañía de aviones fundada por Gustav Otto. Así, BMW AG renació en Múnich, y la fecha de fundación de BFW, el 7 de marzo de 1916, se convirtió en el cumpleaños oficial de BMW.
El emblema de la hélice azul y blanca, inspirado en los colores de Baviera y en sus orígenes aeronáuticos, comenzó a girar en los productos de la marca desde 1917. Pero la tierra pronto llamó a BMW. En 1923, la empresa presentó su primera motocicleta, la BMW R 32, y en 1928, tras adquirir Automobilwerk Eisenach, produjo su primer automóvil en serie: el Dixi 3/15, basado en el Austin Seven británico. Sin embargo, fue el BMW 303, lanzado en 1933, el primer coche completamente diseñado por la marca y el primero en lucir la parrilla doble que hoy es su sello.
Crisis, guerra y renacimiento
La Segunda Guerra Mundial trajo nuevas turbulencias. Durante el conflicto, BMW volvió a producir motores de avión y motocicletas para el ejército alemán, lo que la convirtió en objetivo de bombardeos aliados y, al terminar la guerra, en blanco de sanciones. Las fábricas quedaron destruidas o confiscadas, y la empresa tuvo que reinventarse una vez más. En los años de la posguerra, BMW fabricó desde utensilios de cocina hasta bicicletas, mientras luchaba por sobrevivir.
Fue una época difícil, marcada por la escasez y la incertidumbre. Pero la resiliencia estaba en su ADN. En 1952, BMW volvió a la producción de automóviles con el lujoso 501, aunque las ventas no fueron las esperadas. La salvación llegó de la mano de un pequeño y curioso vehículo: el Isetta, un microcoche de origen italiano que BMW adaptó y convirtió en un éxito de ventas, permitiendo a la empresa estabilizarse y mirar al futuro con optimismo.
El auge de la deportividad y el lujo
En los años 60 y 70, BMW apostó por la innovación y la deportividad. Nacieron modelos icónicos como la serie 02, que sentó las bases de la marca como fabricante de automóviles dinámicos y elegantes. En 1972, BMW lanzó la Serie 5, seguida de la Serie 3 en 1975, la Serie 7 en 1977 y la Serie 6 en 1976. Estos modelos consolidaron la reputación de BMW como símbolo de lujo, tecnología y placer de conducción.
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La creación de la división BMW Motorsport GmbH, hoy conocida como BMW M, en 1972, marcó el inicio de una era de éxitos en las pistas y en la calle. El legendario BMW M1, presentado en 1978, y el M3, lanzado en 1986, se convirtieron en referentes de deportividad y precisión alemana.

Expansión global y diversificación
A lo largo de las décadas, BMW no solo perfeccionó su gama de automóviles y motocicletas, sino que también expandió su imperio. En 1994, la marca adquirió el grupo Rover, aunque la aventura británica fue breve y problemática. Sin embargo, BMW logró conservar dos joyas: Mini y Rolls-Royce, que hoy forman parte de su portafolio de lujo.
La marca también ha apostado por la innovación tecnológica y la sostenibilidad. En 2013, BMW sorprendió al mundo con el lanzamiento de la gama BMW i, dedicada a vehículos eléctricos y de movilidad alternativa, encabezada por el revolucionario i3 y el deportivo híbrido i8. Actualmente, BMW sigue invirtiendo en electrificación, conectividad y conducción autónoma, sin renunciar a su herencia de excelencia e innovación.
Un símbolo que trasciende generaciones
Hoy, BMW es mucho más que una marca de automóviles. Es un símbolo de estatus, pasión y vanguardia. Sus modelos son admirados en todo el mundo, desde los clásicos de colección hasta los últimos lanzamientos eléctricos. La empresa, con sede en Múnich, emplea a decenas de miles de personas y produce millones de vehículos al año, exportando a más de 140 países.
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BMW, que empezó mirando al cielo, sigue desafiando los límites, ahora sobre el asfalto del mundo. Su historia es la de una marca que nunca dejó de reinventarse, fiel a su lema: «El placer de conducir». Un placer que, más de un siglo después, sigue conquistando corazones y carreteras en todos los rincones del planeta.