El aceite lubricante es un producto esencial para el funcionamiento de los motores, ya que reduce la fricción y el desgaste de las piezas, contribuyendo al rendimiento del vehículo. Sin embargo, una vez que cumple su vida útil, se convierte en un residuo peligroso. Los aceites usados de vehículos se contaminan con impurezas físicas y químicas, perdiendo sus propiedades originales. Estos aceites contienen metales pesados, aditivos degradados e hidrocarburos que, si no se manejan correctamente, pueden causar una grave contaminación del suelo,del aire y del agua. En cambio, si se procesan adecuadamente, pueden ser recolectados y transformados en nuevos productos, como combustibles o lubricantes refinados.
Proceso de reciclaje
Recolección
El proceso de reciclaje del aceite usado inicia con la recolección en talleres mecánicos, concesionarios, estaciones de servicio y puntos autorizados. Este aceite debe almacenarse en recipientes herméticos, limpios y resistentes a la corrosión, evitando que se mezcle con otros residuos como solventes o combustibles. Una vez recolectado, el residuo es entregado a un gestor autorizado por la autoridad ambiental, quien se encarga de su transporte y tratamiento bajo normas técnicas específicas.
Es importante tener en cuenta que los puntos limpios de algunas localidades no disponen de una zona de recogida de residuos líquidos contaminantes. Incluso, en caso de existir, es probable que estén destinados a lubricantes en general y no específicamente a los de vehículos. Por tanto, resulta mucho más eficaz dejar los restos en un taller, que además recolecta otros tipos de productos relacionados.
Transporte
Durante el transporte, el aceite se moviliza en vehículos especializados que cuentan con guías para el manejo de residuos peligrosos. Posteriormente, se realiza un almacenamiento temporal en instalaciones que garantizan la seguridad ambiental mediante pisos impermeables, señalización y sistemas de contención de fugas. En esta etapa, el residuo se prepara para su tratamiento o regeneración.
Tratamiento o regeneración
El proceso de tratamiento o regeneración consiste en separar las impurezas, eliminar el agua y destilar el aceite para recuperar aceites base que pueden reutilizarse en la industria. Gracias a estas técnicas, se logra aprovechar un recurso que, de otro modo, sería desechado, promoviendo así la economía circular. Cuando el aceite no puede regenerarse, se realiza su disposición final mediante incineración controlada en hornos industriales que cumplen con las normas de emisiones atmosféricas, evitando que el residuo se esparce al ambiente.
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Logística de desecho
La logística de desecho debe garantizar la trazabilidad del residuo desde su generación hasta su disposición final. Los generadores como talleres y empresas automotrices son responsables de entregar el aceite usado a gestores autorizados e inscritos en el Registro Único Ambiental (RUA). Las autoridades ambientales, como la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA), que regula los casos en los cuales se permite la combustión de aceites de desecho y las condiciones técnicas para realizarla, y las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR), realizan el control y seguimiento del cumplimiento de la normativa vigente.
En Colombia, el Decreto 4741 de 2005 (manejo de residuos peligrosos), la Resolución 372 de 2009 (gestión de aceites lubricantes usados) y el Manual de Normas y Procedimientos para la Gestión de Aceites Usados en el Distrito Capital de Bogotá, que regulan el manejo de los residuos peligrosos, incluyendo los aceites lubricantes usados.
Beneficios del reciclaje del aceite usado
Cuando se reciclan adecuadamente los aceites usados, se generan varios beneficios ambientales y económicos:
- Contribuye a la reducción de la contaminación del agua, del aire y del suelo.
- Disminuye la emisión de gases tóxicos.
- Ahorra recursos naturales al recuperar aceites base.
- Fomenta la conciencia ambiental en el sector automotor.

En conclusión, el reciclaje de los aceites usados de vehículos es una práctica esencial para la protección del medio ambiente y la salud pública. Su correcta gestión depende de la colaboración de todas las personas que utilizan aceites, las empresas gestoras y las autoridades ambientales. Cumplir con las normas establecidas no solo evita sanciones, sino que representa un compromiso con la sostenibilidad y la preservación de los recursos naturales.





